miércoles, 4 de noviembre de 2009

La especie más arrogante

Después de un largo proceso evolutivo, y una lucha milenaria por la supervivencia, cierta especie de homínido tomó la condición de lo que conocemos como homo-sapiens, especie que hoy, ha poblado gran parte de la superficie terrestre, ocupándola desde sus rincones más áridos, hostiles y helados, hasta los exuberantes y prósperos trópicos. El hombre ha llevado a cabo esta actividad expansiva desde hace aproximadamente 160 mil años. Existen pruebas tanto científicas como arqueológicas que lo prueban, lo cual aparentemente indica que tenemos una gran historia, que somos una especie contundente y determinante, que hasta cierto punto, nuestra existencia ha sido indispensable, que hemos marcado una era en la tierra, e incluso en el universo. Sin embargo, la misma arqueología y ciencia demuestran todo lo contrario.

Nuestra historia como especie es larga y compleja, vista desde la percepción humana, sin embargo el ojo de la ciencia, que es el camino más certero que el hombre tiene hacia la verdad, nos dice que muy contrario a lo que pensamos, si la tierra tuviera 80 años de edad, la estancia de la especie humana en ella equivaldría apenas a un día, más aún, unas cuantas horas en la vida del universo.

El universo tiene aproximadamente 13, 600 millones de años, la tierra tiene 4,500 millones de años. La existencia del ser humano equivale a 0.001 % en la vida el universo y a 0.003% en la vida de la tierra. ¿Qué cambiaría si no existiéramos?

Después de exponer estas cifras, y de ubicarnos donde realmente nos toca estar, nos damos cuenta de lo arrogantes que hemos sido como especie. Hemos evolucionado en seres egoístas, queremos controlarlo todo, y no tenemos noción de la manera en que esto afecta a nuestras acciones. Una de las ideas más absurdas y arrogantes, es la de la propiedad privada. El hombre cree que tiene derecho de poseer la tierra, de explotarla desmedidamente, de venderla y de controlar todo lo que hay en ella. El dinero es también un concepto inútil, que no hace más que maximizar el carácter destructivo de la especie. El hombre crea leyes, sistemas económicos y sociales que van en contra de su propia naturaleza, fundamentadas en instituciones creadas por él mismo, cuya única base real es el egoísmo.

Estamos convencidos de que somos individuos únicos y especiales, pero esto solo nos aparta del entendimiento del balance universal, y la divina unicidad de la cual formamos parte. El ser humano, ha ocasionado la extinción de especies más acelerada que ha existido desde el meteorito que mató a los dinosaurios. La evolución nos ha hecho lo que somos ahora, la naturaleza nos ha dado la capacidad de reflexionar, la inteligencia y la habilidad de crear, pero le hemos pagado muy mal. Tenemos las herramientas, pero nuestra arrogancia no nos ha permitido usarlas correctamente.

Un pensamiento irónico, es que cuando el hombre se da cuenta de esta situación, es usualmente tan arrogante, que piensa que la especie puede afectar al balance natural, y que por lo tanto tiene control sobre él. No obstante, el balance natural sigue ahí, intacto e inmutable. Tal es la prueba, que está haciendo todo lo posible para que la especie humana pronto deje de existir, las evidencias de esto son bastante tangibles. El ir contra el balance universal, solo hará nuestra existencia más difícil, cuando nosotros ponemos peso de un lado de la balanza, él se encarga de equilibrarla.

De todas las especies que han habitado la Tierra a lo largo de su existencia, el 99.9% han desaparecido, ¿Qué nos hace pensar que el ser humano no desaparecerá también?, ¿Qué nos hace pensar que somos mejores que el resto de las especies, y que dios nos creó a su imagen y semejanza? Es evidente que nosotros hemos creado el concepto de dios a nuestra imagen y semejanza.

¿Que importa ser cristiano, judío o musulmán? ¿Que importa ser negro o blanco?, más aún, ¿Que tan trascendental es ser un homo-sapiens? Cuando nuestra especie desaparezca, la vida seguirá de igual forma.

Entonces, ¿Si todo lo que creíamos que somos, no es más que una ilusión producto de nuestra arrogancia y egoísmo?, ¿Qué somos en realidad?, Algunos podrían decir que sólo somos un accidente genético, producto del azar cuántico o de la selección natural. Yo prefiero afirmar, que somos pura existencia conciente, y darnos cuenta de esto es lo más bello que puede sucedernos

- Fernando Cobos -